La nevera es nuestra gran aliada a la hora de mantener los alimentos frescos. El frío retrasa la aparición de muchos de los organismos nocivos. Pero para que los alimentos se mantengan en buen estado, es importante, además de una buena temperatura y una buena calidad inicial de los alimentos que vamos a guardar, una buena distribución de éstos en el frigorífico.
El principal problema que puede surgir cuando guardamos alimentos en la nevera es la contaminación cruzada, es decir, los microorganismos patógenos pueden pasar de un alimento a otro, convirtiendo la nevera en un foco de infección. Para ello debemos tener en cuenta el lugar que debe ocupar cada alimento.
Seguramente si alguno de vosotros va en este instante a su nevera, comprobará que los alimentos están colocados según unas “normas” de comodidad, o de optimización del espacio, o “como se coloca en mi casa”. Pues bien, la distribución de los alimentos no es en absoluto aleatoria, puesto que tiene un importante papel para evitar riesgos mayores en los alimentos, además asegura una correcta conservación lo que dará lugar a una mayor vida útil y un retraso en el deterioro de los alimentos.